El fin de la Gripe Norteamericana

El 18 de marzo de 2009 se desato la entonces llamada influenza o gripe porcina.
El 29 de abril del mismo año, la organización mundial de la salud lo clasifico de nivel de alerta 5, es decir Pandemia inminente.

El 25 de Noviembre del 2010 la OMS clasifico a la Gripe Norteamericana de Nivel 6, tras haberse confirmado 5 000 muertos y cerca de 70 000 enfermos en todo el mundo.

Tan solo 6 meses después, en Junio del 2011, ya se habían registrado 3 millones de muertes a causa de esta enfermedad y ya casi no existía ciudadano a salvo en el mundo.

Para entonces ya “no existían” vuelos, nadie viajaba por ningún motivo, los hospitales estaban repletos, los médicos dejaban de trabajar, pero un grupo de verdaderos humanos seguían cuidando a los enfermos, iban a sus casas y les brindaban lo que necesitaban.

En Japón, científicos y médicos de todo el mundo (enfermos también) trabajaban arduamente en la búsqueda de la salvación, pero todavía no habían rastros de vacuna o cura alguna.

En los próximos dos meses un caso daría la vuelta al mundo, un niño peruano de 7 años seguía sano, era entonces el único humano sobre la tierra libre de esta enfermedad a pesar de vivir rodeada de ella.

Hacia ya mucho tiempo que no se utilizaban aviones, la OMS mando a llevar al aquel niño hasta Japón para los respectivos exámenes, él fue transportado junto a su padre (único miembro vivo de su familia).

Después de dos semanas de diversas pruebas, se comunico a la comunidad mundial que aquel niño era inmune a la enfermedad, que la salvación estaba cerca.

Su padre al principio estaba muy contento, al saber que su hijo lo libraría de aquella enfermedad que hacia ricos a aquellos productores de antivirales a nivel mundial.
Pero poco duro aquella sonrisa al recibir por parte de Un medico Ruso y su traductor la noticia de que para empezar a fabricar las vacunas se necesitaba la sangre de su hijo para poder procesarla y separar aquel gen, lo trágico era de como se trataba de un niño tan pequeño y frágil, se necesitaba toda su sangre puesto a que debían hacer todas las vacunas de un solo golpe o los que se sanen podrían volver a ser contagiados.
Obviamente el niño debía de ser sacrificado.

El padre hizo un gesto de asombro, un asombro extremo, en su mirada se veía como se libraba una gran batalla en su interior.
Giro la cabeza y vio todas esas calles con letreros en un idioma diferente que parecían dibujos, solas, tan solas, veía restos de desperdicios (en su mayoría mascarillas y blísteres) moverse a causa del viento, y recordó que en su tierra era lo mismo, y según había visto por televisión en todo el mundo era lo mismo.
Su País ya pasaba por el tercer gobierno transitorio a causa de la muerte del gobernador y sus sucesores. Sabia que habían casos peores, se tomo la cabeza y grito, entre varios enfermeros lo sostuvieron ante un inminente desvanecimiento.
Al despertar estaba en una camilla y tenia uno papeles en la mesa del costado.

Encendió la Televisión y lo primero que vio fue un noticiario:
”Todo el mundo esta en la espera de la respuesta de Mario Arteaga, padre de Marcos, el niño conocido como el salvador.”

Apago inmediatamente la televisión.

-No necesito de esto, dijo al saber que el caso había sido comunicado a todo el mundo, pero decidió tomar una posición indiferente a la presión de que obviamente querían que sienta.

Pido que lo llevasen a ver a su hijo, lo vio postrado en una camilla, lleno de cables colocados por todo su cuerpo, este lo miro y sonrió.

-Padre, déjame devolverte toda la felicidad que me hiciste pasar.

Este lo beso en la frente, no pudo evitar derramar lagrimas, y se alejo siendo consiente de que su hijo estaba totalmente al tanto.

Firmo aquellos papeles.

Al fin del 2011 ya se estaban repartiendo las vacunas, antes se tomo una medida drástica, aquellos pacientes graves iban a ser exiliados a las filipinas (donde ya casi no había habitante). Solo se salvarían aquellos que aun mantenían un estado del que se puedan recuperar, aquellos que siguieron los tratamientos adecuadamente.

El mundo había perdido al 30% de su población en los últimos años y un 10% más falleció en las filipinas, lejos de cualquier ayuda.

De los habitantes que recibieron la vacuna, sobrevivieron un 90%, incluyendo al padre de Marcos.

Para febrero del 2012, la enfermedad ya no existía, se hicieron vacunas preventivas y la población se recupero rápidamente.

Para el 2015 la pandemia había pasado a la historia y casi nadie la recordaba.
El estad de las filipinas dejo de ser estado y ahora es un sitio inhóspito.
El mundo despego sus ojos del Perú y todo volvió a la normalidad.

El 21 de mayo del 2018, Mario Arteaga, recordando los últimos instantes que paso con su hijo pero sin arrepentirse de nada, sabiendo que el se encontraba feliz por su acción. Falleció solo, en su casa de adobe en la sierra del Perú, sin ningún tipo de reconocimiento ni ayuda aparte de la vacuna durante todo este tiempo.
Su cuerpo fue encontrado por casualidad al tercer día.

No dejemos que pase.
Otra vez.